" Vemos a los títeres bailando en su escenario en miniatura, subiendo y bajando a medida que los hilos tiran de ellos de un lado para otro, observando el curso prescrito de sus varios pequeños papeles. Aprendemos a comprender la lógica de este teatro y nos descubrimos a nosotros mismos en sus movimientos. No situamos en la sociedad y reconocemos así nuestra posición cuando estamos suspendidos de sus sutiles hilos. Por un momento nos vemos realmente como títeres. Pero después captamos una diferencia fundamental entre el teatro de marionetas y nuestro propio drama. A diferencia de los títeres, los hombres tenemos la posibilidad de detener nuestros movimientos y de observar y percibir el mecanismo por medio del cual se nos ha movido. En este acto radica el primer paso hacia la libertad."
Berger
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